La ciudad de Braga tiene para ofrecer una gastronomía riquísima, suculenta y variada, según la tradición de varias generaciones, con carnes y peces, pero donde el bacalao se asume como el plato predilecto, hasta por influencia de la práctica religiosa en la Cuaresma, en que se cumplen estrictamente los períodos de abstinencia.
El famoso vino verde de la región, blanco o tinto, permite un buen acompañamiento, cualquiera que sea el plato elegido.
Es en la dulzura que la cocina de Braga alcanza una mayor originalidad y refinamiento, con el pudín Abad de Priscos, los dulces de romería y las galletas secas para acompañar el té, así como otras especialidades ricas, de larga tradición conventual y popular.
Las unidades de alojamiento también son de gran calidad y diversidad de oferta.