La ciudad de Braga, como escenario preferencial de la vivencia de la Pasión de Jesucristo en Portugal, nos ofrece uno de los más amplios y oportunos repositorios de manifestaciones asociadas a la Semana Santa y a la celebración pascual. Estas celebraciones están enraizadas en la comunidad desde que se implantó el cristianismo en el siglo IV y la ciudad acabó por lograr un desarrollo especial a través del papel de sus arzobispos, órdenes religiosas y corporaciones seculares.

A partir de 1933, con la creación de la Comisión de Semana Santa, se registró un incremento importante de las dinámicas asociadas. No son solamente las seculares procesiones de los Pasos (1597) y del Señor Ecce Homo (1513), completadas en las últimas décadas por la Procesión del Entierro del Señor (1933) y por la renovada Procesión de la burrita (1998), las que constituyen la grandeza de esta época del año.

Las calles se visten de púrpura y huelen a incienso. En la Catedral Primaz se realizan las principales celebraciones litúrgicas que reivindican la identidad.

En la basílica de los Congregados se le quitan las espadas a la imagen de la Señora de los Dolores. En siete iglesias de Braga se venera el sepulcro del Señor. ¡Y en el Domingo de Pascua estalla la alegría! Se oyen repicar a lo lejos las campanas.

Los cohetes estallan en el aire. Se abren las puertas de las casas y se muestra la abundancia primaveral. ¡El Señor ha resucitado!